September 6, 2007
Ejercicios 3
Ejercicio 3
Mi hermana.
No quiero hablar de mi hermana, duele. Punto.
Si al menos valiera la pena hablar de ella, o hablarle.
Un juego.
En Cipolletti, cuando hacía frío y no se podía salir a jugar, mamá armaba un supermercado en el comedor de casa. Cajas vacías de todo lo imaginable aparecían por arte de magia, el puré de papas era lo que más llamaba mi atención, en casa nunca se comío puré instantaneo, and yet. Un cajón de manzanas era la caja, mi prima, la cajera. El viento azotaba el ventanal que daba al patio, recuerdo.
No puedo seguir escribiendo sobre un juego ahora. Tengo en mi mente los pensamientos sobre mi hermana, por que más que jugar cuando niñas, lo nuestro fue una eterna pelea. Mamá dice que fui yo quien le enseñó a Estefanía a hablar. Eso no está en mi memoria. El primer recuerdo que tengo de ella es acercame a su corral, mirarla tan linda con su pelo cortito, con un enterito de tirantes blancos, de pie sobre la manta celeste y rosa que tejió mi bisabuela cuando mamá estaba embarazada de mí, chupete en mano. Debo haber tenido cuatro años. Yo la acaricio y ella muerde mi brazo.
Y así hasta ahora.